sábado, 5 de septiembre de 2009

El mito

Qué lástima. Se me ha caido un mito. Un mito ocupa un lugar muy importante en la vida de uno. Parece que no, pero tiene una labor intelectual y psicológica muy profunda.
El mito privado está ahí, siempre a tu lado, te da apoyo en los momentos bajos, y siempre puedes acudir al refugio de sus brazos, porque el mito es algo superior al resto de los mortales.
Pues sí, después de todos estos años, adorándolo e intuyendo lo maravilloso que sería, de pronto, y sin previo aviso, ha caído, se ha evaporado, se ha hecho humo entre los dedos. Lamentable.
Os estaréis preguntado, quién es ese mito. Quién es el objeto de tanta admiración y cuál ha sido el triste motivo de su derrumbamiento.
Os daré una pista. Todo a su alrededor, según vienen pregonando los que le conocen, es exotismo y pasión.
Cuando hace acto de presencia, la gente literalmente se vuelve loca y sacan a pasear sus cuerpos al ritmo de sones caribeños.
Sí, es él. El mito MOJITO.
Para aquéllos indocumentados que no lo conocen, hablo de ese vaso lleno de hielo, y que un guapo y fornido camarero (o al menos, así lo presentan en los anuncios) saca a la pista, para deleite del personal.
Cuando uno se bebe un MOJITO, parece ser que los problemas se evaporan, y el cuerpo se teletransporta a playas tropicales llenas de palmeras. Automáticamente el placer más indescriptible se adueña del cuerpo y entras en otra dimensión.
Confieso, que aún no había tenido el placer de conocerlo. Quedaba esa ilusión latente de tener la oportunidad de acercarmen algún día a él, y que me llevara a esas playas de ensueño y a disfrutar de los ritmos salseros.
Y he aquí, que hace una semana, mi hermana, con el fín de agasajarme y regalarme un momento de simbiosis con el placer, me preparó un MOJITO.
El momento previo fue emocionante. Ese arte picando el hielo, con su máquina termomix (por cierto, motivo por sí misma de otro comentario), esa elección de unos vasos perfectos para su presentación en sociedad, y ese toque final... recogiendo de su propia cosecha de plantas aromáticas la refrescante menta.
Y llegó la presentación. El MOJITO y yo, fuimos presentados. Nuestro primer contacto, nuestro primer acercamiento, con el nerviosismo lógico y romántico de una primera cita.
Y el mito de repente, cayó. Sabía a CARACOLES. Como los caracoles que hacen las madres.

Si es que los mitos, ya no son lo que eran...