viernes, 9 de diciembre de 2011

Lo breve...

Lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Eso dicen... Esto viene a cuento, porque cuando una se cree poseedora del secreto, de cómo dominar esto de la tecnología, y de cómo ponerse en contacto con todo el orbe conocido, y por conocer, viene el bajonazo.
Esto de las siglas, URL, HTLM, y todas esas zarandajas, campan a sus anchas, y no se dejan dominar.
Vamos, que se me resiste esto de publicar noticias. Así que, como soy tozuda, dejo este pequeñito escrito, para ver si consigo dejar en el aire mundial informático algo.
Aunque he sido breve, no es muy bueno, pero seguro, que alguien se identifica conmigo, en esto de la navegación por los procelosos mares. Oye, que de fácil, nada.

lunes, 5 de diciembre de 2011

La lista de la compra

Lo de la lista de la compra, es casi, una cuestión de estado.
Por sí misma, parece que no, pero tiene un peso específico enorme. Para empezar, es uno de esos propósitos que uno se hace a principio de año. Lo de ir al súper con una lista escrita, es algo utópico, una ilusión efímera, un quiero y no puedo, una escalera infinita que subir, vamos, una cuestión de estado.
Porque, claro, una, dentro de una infinita paciencia, va al resto de la prole, que por otra parte, ya tiene una edad más que respetable para saber lo que quieren, y pregunta bondadosamente, las apetencias de la progenia, y del marido. Y resulta, que nunca saben nada.
Aunque está el consabido "compra lo que quieras, que ya protestaremos después".
Por otra parte, está el sufrido marido, que dentro de lo que cabe, está dispuesto a echarte una mano (figuradamente hablando) y se ofrece gustosamente a ir a la compra. Sin lista...
Y he ahí, que todo ufano, va al súper, y viene cargado con la compra. Es un hecho curioso, que la compra siempre consiste en artículos para la limpieza (tengo un arsenal), cacaos, salmón ahumado y últimamente se han añadido los yogures (sólo bífidus y ésos del cero por cero, que ya me diréis qué gracia tienen).
Lo que se dice comida, comida, no hay mucha, pero hay que agradecer la intención.
¿Cómo es posible, que a pesar de la lista, y después de mucho pensar, vuelva a casa, con tan poco material?.
Pues, eso, que la lista es una ilusión tan efímera como inútil.
¿O no?...

jueves, 24 de noviembre de 2011

Encrucijada de caminos

Mi amiga Fina, dice que cuando entras en la cuarentena (no cuarentena de esas que tienes que estar vigilado para no pegarle nada a alguien, sino esa cuarentena de los cuarenta, como su propio nombre indica), hay dos opciones:
1. O te amojamas.
2. O te ajamonas.
El juego verbal, ya de por sí tiene su gracia. Cambio e intercambio de letritas. Significado totalmente opuesto.
Y es que mi amiga, es una filósofa en potencia. El pensamiento es profundo donde los haya. Y por si fuera poco, se ajusta totalmente a la realidad.
Ahora bien, a mí me parece, que no sólo sirve para las chicas. Los señores, también se pueden amojamar o ajamonar.
El amojamamiento (palabra que acabo de inventar), en principio, parece que debería ser más atractivo. Ya se sabe, la mojama, es ese trozo de pez, seco, tieso, duro, y reconcentrado para adentro. Parece que si sigues el camino de la mojama, pues es como si te acercaras al modelo, o más bien, a las modelos. Pero claro, si te amojamas en exceso, parece que no has comido en doce años, o como mínimo, que tienes menos aire que un molinillo, y como dice mi padre, que tienes menos carne que una tacha.
Claro está, que si te ajamonas, y te pasas con el ajamonamiento (otra palabra que acabo de inventar) te toca ir a hacer gimnasia, o ir a caminar, o cenar hervido, o hacer flexiones (el que pueda hacerlas, que debe ser mogollón difícil), o no comer trufas.
Difícil encrucijada de caminos...

martes, 22 de noviembre de 2011

La decisión final

Curioso, muy curioso. Estoy en mi habitación, cosa que ya de por sí, es difícil. Bueno, ya me entendeis. Y sí, hablo al colectivo, de los que estamos, en esa franja de edad, que los inconscientes, y los optimistas, dicen que es la mejor. Esa franja de los adultos...

Bien, ese es otro tema aparte. La cuestión, es que está lloviendo.
Sí, ya sé que es superbueno, y bla, bla, bla. Que la vida se abre paso con la lluvia, y que los campos florecen, y las coliflores se hacen hermosas, y que el polvo, el de las partículas que fluyen suspendidas en el aire, desaparece. Y vamos, que todo son parabienes, y más bla, bla, bla.

Pero resulta, que siempre me asalta la misma duda. Seguramente, no es una duda existencial. Ni siquiera es una duda importante, o que pueda cambiar el rumbo de los acontecimientos. Es una duda, que me comprime. Porque, vamos a ver, no hay forma humana de acertar, lo que sin duda, estresa, desestabiliza, es chocante.
Y por si fuera poco, te condiciona para el resto de la jornada, sin mencionar, que de resultas de ello, hasta te puede fastidiar un negocio, o incluso, dar una deplorable imagen.

Por cierto, antes de seguir, tengo que modificar eso de empezar una frase con Y. Lo he leído hoy en un escrito de mi primo el artista. Lo tengo claro. Si lo dice él, así debe ser. Aunque confiesa que fue su profesor de no sé muy bien qué, el que lo dijo.

Pues, sí, ahí estoy, intentando dilucidar la decisión. Sigue lloviendo, y si mañana sigue así, habrá que lanzarse, y decidir...

Botas, botines, zapatos, zapatillas de deporte, botas de agua...
Siempre entra agua...
Difícil, muy difícil.

martes, 19 de abril de 2011

Por Júpiter

Esto de escribir, se supone que debe ser como lo de ir en bicicleta, lo que se traduce, en que a pesar del tiempo que pase, no se olvida, porque para eso la mente tiene huecos especiales. Pero, yo soy de la opinión, de que si no sientes la necesidad de dar un paseo, físico o verbal, pues oye, es mejor esperar el momento oportuno.




Y hoy, no sé muy bien porqué, me ha apetecido subirme a la bici verbal. Tampoco hace falta filosofar, que este blog no está en esa línea. Más bien, pretendo pasearme por el lado amable, que oye, para complicaciones...




A lo que vamos. Qué listos eran los romanos. Sí, los romanos, esos señores de Roma, Italia.




Hablo de los señores de las falditas. Esos que llevaban la faldita como nadie. Que paseaban sus piernas robustas, (o al menos, así salen en las pelis de romanos) por esos adoquines tan bien puestos.



Y por encima de la plebe, ahí estaba él. El superlisto, el dómine. El pollo en cuestión, el mandamás, el dueño del cotarro, de la casa, de la dómina, de la tierra, del cielo, y de todo lo visible y lo invisible, y en definitiva de toda la peña, paseaba erguido seguido de su corte, cuando de repente, y sin previo aviso, zas, va y se le introduce una piedrecita por la sandalia de diseño.


Y el tío va. y ni corto ni perezoso, blasfema y se aclama a Júpiter. De nuevo, Júpiter se ceba sobre su persona, y le envía una señal. Cuidado, majete, que hasta una insignificante piedrecita puede fastidiarte el día.


Pues eso, ojo con las piedrecitas...









sábado, 5 de septiembre de 2009

El mito

Qué lástima. Se me ha caido un mito. Un mito ocupa un lugar muy importante en la vida de uno. Parece que no, pero tiene una labor intelectual y psicológica muy profunda.
El mito privado está ahí, siempre a tu lado, te da apoyo en los momentos bajos, y siempre puedes acudir al refugio de sus brazos, porque el mito es algo superior al resto de los mortales.
Pues sí, después de todos estos años, adorándolo e intuyendo lo maravilloso que sería, de pronto, y sin previo aviso, ha caído, se ha evaporado, se ha hecho humo entre los dedos. Lamentable.
Os estaréis preguntado, quién es ese mito. Quién es el objeto de tanta admiración y cuál ha sido el triste motivo de su derrumbamiento.
Os daré una pista. Todo a su alrededor, según vienen pregonando los que le conocen, es exotismo y pasión.
Cuando hace acto de presencia, la gente literalmente se vuelve loca y sacan a pasear sus cuerpos al ritmo de sones caribeños.
Sí, es él. El mito MOJITO.
Para aquéllos indocumentados que no lo conocen, hablo de ese vaso lleno de hielo, y que un guapo y fornido camarero (o al menos, así lo presentan en los anuncios) saca a la pista, para deleite del personal.
Cuando uno se bebe un MOJITO, parece ser que los problemas se evaporan, y el cuerpo se teletransporta a playas tropicales llenas de palmeras. Automáticamente el placer más indescriptible se adueña del cuerpo y entras en otra dimensión.
Confieso, que aún no había tenido el placer de conocerlo. Quedaba esa ilusión latente de tener la oportunidad de acercarmen algún día a él, y que me llevara a esas playas de ensueño y a disfrutar de los ritmos salseros.
Y he aquí, que hace una semana, mi hermana, con el fín de agasajarme y regalarme un momento de simbiosis con el placer, me preparó un MOJITO.
El momento previo fue emocionante. Ese arte picando el hielo, con su máquina termomix (por cierto, motivo por sí misma de otro comentario), esa elección de unos vasos perfectos para su presentación en sociedad, y ese toque final... recogiendo de su propia cosecha de plantas aromáticas la refrescante menta.
Y llegó la presentación. El MOJITO y yo, fuimos presentados. Nuestro primer contacto, nuestro primer acercamiento, con el nerviosismo lógico y romántico de una primera cita.
Y el mito de repente, cayó. Sabía a CARACOLES. Como los caracoles que hacen las madres.

Si es que los mitos, ya no son lo que eran...

miércoles, 12 de agosto de 2009

Mi amigo el armario

Un armario no es un mueble. No es un objeto inanimado, incapaz de articular movimientos o palabras. Un armario puede ser un gran amigo.
Tu armario es el aliado fiel, que guarda tus ilusiones y secretos, aunque la verdad, a veces, puede ser también un poco pesado.
Mi armario guarda mis relicarios, como dice una amiga mía. También guarda esos objetos de deseo que te hacen sentirte en ocasiones como una tigresa (vamos, exagerando un poco, que de ilusión también se vive).
El armario, viene a ser el reflejo de tu estado de ánimo. A veces hay un batiburrillo de tal calibre que encontrar esa camiseta que te compraste en las rebajas, te provoca ansiedad. lo que por otra parte, cuando aparece,te provoca la misma satisfacción que sentiste cuando la encontraste entre la montaña de cosas de la tienda.
El armario, te proporciona de forma totalmente desinteresada , y sin cobrarte, una terapia. Y lo mejor, sin salir de casa, y sin tener que contarle a un desconocido tus inquietudes.
Sacas, y sacas todas las cosas que se almacenan en tu querido amigo el armario, y empiezas a ordenar y a dejarlo todo cuadriculado y rectito. Los pantalones por un lado, las faldas por otro. Las camisetas de manga corta por un lado, y las de manga larga por el otro.
Qué bonito es el orden, y cómo te despeja mentalmente.
Y si encima, tienes la capacidad para sacar lo que hace siglos que no te pones, debe ser la monda.
Y digo, DEBE SER, porque mis relicarios son míos, y nadie conseguirá que me separe de ellos.
El asunto empieza a complicarse, cuando además de tu propio amigo armario, tienes la necesidad urgente, de hacer más amigos. Amigos armarios, se entiende.
Y comienzas a flirtear con el armario de tu marido, que está al ladito del tuyo. La tentación vive al lado. Tu pobre marido, sin verlo ni comerlo, un buen día, se da cuenta, de que hay un elemento extraño dentro de su armario. Se dirige cordialmente a tí, y te pregunta. Pero tú, ya no eres dueña de tus actos. Has sucumbido a los encantos de ese otro nuevo amigo. El armario prohibido.
De cualquier forma, mi amigo favorito siempre será mi querido armario.
Amigos para siempre.