lunes, 5 de diciembre de 2011

La lista de la compra

Lo de la lista de la compra, es casi, una cuestión de estado.
Por sí misma, parece que no, pero tiene un peso específico enorme. Para empezar, es uno de esos propósitos que uno se hace a principio de año. Lo de ir al súper con una lista escrita, es algo utópico, una ilusión efímera, un quiero y no puedo, una escalera infinita que subir, vamos, una cuestión de estado.
Porque, claro, una, dentro de una infinita paciencia, va al resto de la prole, que por otra parte, ya tiene una edad más que respetable para saber lo que quieren, y pregunta bondadosamente, las apetencias de la progenia, y del marido. Y resulta, que nunca saben nada.
Aunque está el consabido "compra lo que quieras, que ya protestaremos después".
Por otra parte, está el sufrido marido, que dentro de lo que cabe, está dispuesto a echarte una mano (figuradamente hablando) y se ofrece gustosamente a ir a la compra. Sin lista...
Y he ahí, que todo ufano, va al súper, y viene cargado con la compra. Es un hecho curioso, que la compra siempre consiste en artículos para la limpieza (tengo un arsenal), cacaos, salmón ahumado y últimamente se han añadido los yogures (sólo bífidus y ésos del cero por cero, que ya me diréis qué gracia tienen).
Lo que se dice comida, comida, no hay mucha, pero hay que agradecer la intención.
¿Cómo es posible, que a pesar de la lista, y después de mucho pensar, vuelva a casa, con tan poco material?.
Pues, eso, que la lista es una ilusión tan efímera como inútil.
¿O no?...

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